Cuando por aquello de lo
cortés alguien me preguntaba qué es lo que quería ser de mayor, mi padre se adelantaba y respondía ufano, marcada la sonrisa bajo el bigote y
estrechándome con fuerza la mano para insuflarme convicción en su sentencia,
que yo iba a ser el mejor pendolista del mundo...
jueves, 21 de mayo de 2015
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12 comentarios:
Despacito y con buena letra cambió de profesión.
De tus mejores relatos, de verdad.
Abrazos.
Me ha encantado. Es un relato maduro y complejo y con un sentido del humor de lo más fino.
Con respecto al misterio indescifrable de la letra de los médicos, tendríamos que hablar largo y tendido.
Opino como los que me preceden: me parece un micro buenísimo.
Bravo!!
María
Qué bueno, Raúl. Un relato muy bien escrito (no me refiero a la letra, jeje) que se lee como deslizándote. Me has llevado a aquellos cuadernos de caligrafía, y sí cuántos han tenido que esperar un sepelio para iniciar la vida.
Un relato encantador. Cuando la lucha parece inútil, saber ubicarse es el secreto. Otro médico con letra ilegible engrosará las filas.
Un abrazo
Curiosa forma de hallar su vocación. y ¿si en el fondo la intención de su padre era esa..?
Muy bueno, Raúl.:)
Saludos
Ya sé por qué no soy médico, je je. No conocía la palabra pendolista, mola, porque parece más que tu padre iba diciendo por ahí que ibas a ser un pendón verbenero (tú no, el protagonista).
Abrazos
Estupendo, doctor. Eso se llama adaptación al medio. Un abrazo
Bien pensado, y buen giro de tuerca. Un placer venir por tus letras.
Sete.
Qué hilvan más hermoso!
Y por fortuna lo cortés no quitó lo valiente, sino tendríamos otro lisiado de alma, por seguir el mandato de los progenitores.
Bien por este "DIOSTOR"...Que para bien o mal....Hará uso, en cada "prescripción"... de su caligrafía.
Muy grata lectura!
Yo tengo un alumno que le llama Ethan (curiosamente igual que el primer comentarista) que es un encanto, pero tiene una letra horrible, Ya está. Hablaré con sus padres y le diré que se haga médico.
Un fuerte abrazo.
Lo que la buena caligrafía no da, Hipócrates consuela.
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