Que en
esta casa él ya no hace nada es un hecho, y además ayer por fin se dio cuenta de que era
hora de partir. Fue a eso de las 22:40.
Quiero una cabaña en...
Quiero una cabaña en...
*Versión del relato incluido en "De Antología, la logia del micorrelato", de Talentura Libros.
14 comentarios:
Uff
...el frío se lleva dentro.
Los hijos son, al mismo tiempo, una bendición y una condena.
Un relato precioso y terrible.
María
Tremendo y poético. Me ha encantado.
Un saludo
Ahí ya no queda ni alma ni vida, se la ha llevado el dolor de ese hombre.
Consigues que traspase, Raúl. Fantástico y triste relato.
Un beso
Duele, mucho...
Besos desde el aire
Creo que no le importa el frío que haga allí arriba. Es peor el que lo hiela por dentro.
Terrible y doloroso, y sin embargo tan hermoso como todos tus relatos. ¡Cómo me gusta leerte!
Un abrazo
En ese ayer en que el hijo era aún un niño, toda ilusión parecía justificada; en este hoy de la derrota a caballo la vida es un andar perdidos y solos y ateridos. Duro y muy pegado a esa otra realidad terrible, Raúl.
ajá, lo conseguí :)
Quería decirte que no sé el efecto que tendrá tu texto en las personas que no tienen hijos, pero a los que los tenemos nos desgarra.
Siempre genial
Un beso, ahora por acá jajaj
Los adioses siempre son fríos. No me extraña que tuviera frío.
Un abrazo.
Un relato tremendo, a la par que sensible. De esos que tanto te caracterizan.
Me han hablado muy bien de la antología de Talentura.
Saludos
Un relato con gran trasfondo y que sugiere todo un universo de sentidos.
Tu manera de escribir hace que se enciendan y apaguen las luces del alma siempre difusa. Me encanta.
Una vez más un agridulce placer leerte.
Frío, mucho frío, destemplanza en el alma; eso produce el relato. Tan bien escrito como siempre, Raúl.
Besos.
Marta
Sí, ya tenemos el invierno rondando por aquí.
Un abrazo
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