19.17 h
Una tarde cualquiera de la semana pasada.
Desde un Smartphone.
El agua está algo fría y también algo revuelta. Yo hubiese coronado su cofa con una bandera amarilla, sin duda más apropiada, pero en su lugar luce la verde. Supongo que esto lo hacen para que los bañistas se confíen, alguno se adentre más allá de la línea de boyas y una ola acabe llevándoselo al fondo del mar, matarilerilerile; que un ahogado es desgracia que en verano llena periódicos y luce mucho.
Pero se está bien aquí tumbado.
Como a mí me pasa pocas veces, cuando consigo apabullar a mi pereza y me lanzo valiente a la aventura de escapar de las poderosas garras de mi sofá, me siento enorme. Casi un titán. No te esconderé que tuve mis dudas sobe el logro de la empresa. Es cierto. Pero también lo es que una vez he extendido mi alfombra mágica en la arena, me ha invadido esa sensación mezcla de plenitud y cansancio que tiene el ciclista que alcanza la meta tras una etapa de montaña.
Ahora estoy escuchando música -en este istante suena Maga en mi ipod- y andaba leyendo un poco, pues me he traído aquella colección de cuentos de Calvino que me regaló Machuca. Veo pasar a las chicas, con sus pieles carmelitas y ese donarie al andar descalzas; levantando coquetas sus talones y pisando con la levedad de sus tímidas punteras. Algunas me recuerdan a ti y otras no tanto, aunque en todas hago por verte. También he intentado dormir un poquito. Le he dado la espalda al sol, he cerrado los ojos y he querido soñar que dormía sobre la arena de tu vientre, bajo la sombra de tus delicados pechos o al borde de ese oasis, menudo y sabroso, que es tu ombligo. No sé si lo he conseguido.
Y aunque no diría yo que esté siendo una mala tarde, en cualquier caso no tardaré mucho en irme. A esta hora en la que el sol comienza a deslucir tímidamente, me susurra una brisa fresca y el adiós de la gente le devuelve la mansedad a la playa, es cuando más noto que este espacio tan hermoso me queda demasiado grande. Miro a mi alrededor y sólo me veo yo. Menos mal que tu avión llega el próximo martes día dos.
* Como ya dije, en septiembre, ELEFANTIASIS viaja a Sevilla.
32 comentarios:
Que hermosa manera de echar de menos...
Besos desde el aire
Pues no sé, en la playa de al lado, a la que yo voy, no se ven esas chicas de carmelitas pieles y donairoso andar... Allí, la mayor parte de la gente pasea no tan apetecible a humanos instintos ni, de lejos, tan sugerente, y se agradece la soledad... Será cuestión de cambiar de playa.
Ciertamente, me ha parecido titánico el esfuerzo de abandonar el sofá, heroico el de arrancar el coche para ir a la playa y de gran mérito la extensión de la toalla sobre la arena.
Entiendo que, tras esos esfuerzos, cueste marcharse. Tal vez con ella, todos los esfuerzos sean menos y cualquier empresa imposible de acometer hace unos días parezca ahora de lo más asequible. Plantar una sombrilla, por ejemplo. O darte la vuelta para broncear ese pecho níveo. En fin, que con cansancio o sin él, disfrutes de esas bien merecidas vacaciones.
Aún, con las incomodidades que supone (para algunos) encontrar en la playa un lugar que nos resulte agradable para descansar(la arena, los niños, las pelotas, los que hacen masajes, venden artilugios, adivinan el futuro,etc) ese momento en que crees descansar sobre su vientre, en que recuerdas su cuerpo ha valido el esfuerzo. Espérala a ella cuando descienda de su vuelo, tal vez entonces en ese mismo paisaje,sin duda hermoso, su presencia te ayudará a disfrutarlo.
Buen verano.
Yo estoy en lo mismo. Cambiando el color de mi `piel con el abrazo de este sol que alumbra el mediterráneo, dejándome llevar,leyendo, observando, sintiéndo que me invade la serenidad del ocio y de vez en cuando espiando las ventanas de mis amigos virtuales.
Un abrazo-
"Algunas me recuerdan a ti, otras no tanto, pero en todas hago por verte"
Todo este mail es una hermosa declaración de amor.
El momento del reencuentro será muy tierno, seguro.
biquiños,
Precioso relato nostálgico y esperanzador.
Lo publicaste el jueves día 4 y ella, en teoría, vino el martes día dos, así que mejor os dejamos solos.
"Algunas me recuerdan a ti y otras no tanto, aunque en todas hago por verte"
Uffss... sí.
Ahora entiendo porque las llevas de calle....escribiendo esos mails ya se sabe, jajajajaja!!!!
Me ha gustado mucho, Raúl.
Buen veranito.
María
Seguro que has mojado a Calvino, que te has pringado de arena y te has quemado de más: heroico esfuerzo el tuyo y, como siempre, bien narrado
Yo sí, en cambio, puedo leerte y sentir el calor de la arena sobre la piel mientras espío tus mails. Claro que, coincido que me da mucho más placer imaginar el calor de tu playa soleada que los dos grados de temperatura que hay del otro lado de mi ventana en este momento.
Besos :)
Y cuida esa espalda con un buen protector solar...
Qué bien escribes, joío.
Ya te lo diré en persona.
...
besitos.
Joe, que tarde mas rica.. y encima ahora, con ella (o el)
Besicos
Calvino, playa vacía y recuerdo. Buen cóctel para un veranito, amigo. Un abrazo!
Hoy, en la playa éramos dos.
Pues literaturas al margen, parece que el agosto pinta bien. Y yo que me alegro.
Calorrrrr.
J.C.
¡Hola!
Bonita forma de disfrutar...
Menos mal que pronto el sofa sera el autentico acompañante...
Saludos de J.M. Ojeda.
:-)) Ya llegó el día 2.
Bellas palabras, estás poético, me encantó esta entrada, besos
que bonito :)
las nuevas tecnologías al servicio de las palabras. sin renunciar a nada, ni a un día de playa.
no está mal mirar alrededor y lograr ver a "yo", yo sigo buscando...
un abrazo.
Que hermoso, Raúl!
No es para mi y he acabado derretida.
ya llegó el avión...espero que estés en tu oasis particular.
Un besito.
Cuando ella vuelva... verás como se te quita la pereza y parecerás la ´Comaneschi´.
Me quedo con "Algunas me recuerdan a tí y otras no tanto, aunque en todas hago por verte".
Un abrazo y espero que sea verdad lo del avión.
Pues me pareció una tarde de lo más hermosa, sobre todo porque ella estuvo en tu mente a cada paso que dabas. Y ya ves..., el día dos ya está aquí.
Besitos.
Cuanta tranquilidad la del protagonista, ¡y qué evocador resulta el relato!.
Es una forma literaria perfecta de comunicar la ausencia. Y casi diría que es placentera. Por lo menos en esta playa (¿Junto al Voramar quizá...?) uno puede soñar con todas las de la ley.
Un abrazo.
Bueno, al final he podido dejarte el comentario, pero desde la entrada propiamente dicha, no desde el blog (bueno, yo me entiendo).
Lo dicho: ¿cómo personas como tú (que te imagino en eso de la pereza muy similar a mí) y yo, podemos saber lo que siente un ciclista cuando culmina la cumbre? A mí, sólo de pensarlo, me entran sudores...
Besitos y un millón de gracias...(y perdona que te sacara de tu relajada pereza frente al mar)
Grande como siempre.
Saludos.
Regodeándote en la playa te veo mientras aquí estoy en un casi vacio despacho de una casi vacia ciudad. Esperando el momento de encontrar la pereza y tumbarme en el sofa.
Qué bien se tiene que estar en la playita, oye...
Con lo cerca que tengo la playa y los años que hace que no voy en verano, igual tomo tu ejemplo y me muevo, a ver si va a ser verdad lo de las niñas con pies aleteados como cuentas...
Un abrazo.
cuenteme que estaba leyendo de Don Italo, me hallo sumergida en el laberinto de Si una noche de invierno un viajero.
sigo leyendo, y me lo linkeo ya.
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