Mi pueblo está encorsetado entre medias
montañas que lo confinan frente al mar, con lo que, cuando está nublado, con
esas paredes angulosas de esa ensenada y el techo bajo que forman
las nubes, el entorno adquiere una dimensión recogida y estrecha. Hoy ha sido
uno de esos días, pues el cielo ha amanecido emborronado de unos estratos
grises que lo oscurecían todo un poco. Además, cuando ya estaba en el coche ha
comenzado a chispear a un ritmo lento y sincopado; poca cosa, lluvia escasa apenas salpicando de letras sueltas el
parabrisas; lo que ha propiciado que, mientras escuchaba el parte horario,
detenido en un semáforo, me diera por entretenerme formando abracadabras que
obraran el milagro de que el tiempo despejase. Una 'v' aquí, una 'i' más allá,
un par de 'es' flanqueando las gotas de dos consonantes y, al final, cuando ya
despuntaba el primer claro, he visto caer y derramarse una suave y escurridiza
's'.
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3 comentarios:
Tus descripciones siempre son magníficas. Me encantan!!
Besos
Muy surgerente.
Un saludo
Tanto tiempo sin leerte
un abrazo grande desde Miami
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