Me asomo a la
ventana acercándome a ella despacio, superando la línea de sombra fresca del interior con la cautela del prudente, con esa cuita con la que lo haría un vampiro con miedo a dañarse. Porque el fulgor que entra asusta y todo reluce saturado.
La loma de
enfrente, con su corona pelada, sus antenas repetidoras agujereándola y sus
casas tan blancas en su falda, está repletita de sol; llena hasta los topes de
un sol crujiente de chicharras incansables en su perenne protesta. Es tanto el
sol, tan luminoso y elevado, que nada vivo se advierte rozando el mediodía; no
sé si aquí los niños juegan, si no son de atrezo los árboles o si habrá aves
que vuelen. Las palabras, por ejemplo, también las amorosas, se derriten antes
incluso de ser pronunciadas, en esa fase prima del pensamiento. Hiere tanto el sol, y tan pronto, que en estas latitudes no hay mejor plan que soñar con atardeceres.
8 comentarios:
Qué hermoso como describes la tierra que "ilumina y acalora" tus sentidos.
A soñar con atardeceres.....árboles meciéndose, aves trinando, niños jugando....y "ese perfume".
Excelente!
¿Y este nuevo formato? El texto transmite incluso más calor que la foto.
Abrazos
JC
No he ido nunca a esa tierra, porque yo soy más de fresquito. Una descripción simbólica y poética. Y preciosa.
Hace mucho tiempo que no entro a leerte y me encuentro con esta hermosura. Que bien lo describes... No se puede decir más bonito. Bravo por todos tus logros.
me gusta como romanceas con tus palabras
Pense que hbia dejado un comenbtario pero parece que se borro
Pensé que te habia escrito pero no veo mi comentario Escribes bello abrazo
Maravilloso, Raúl. Me veo en cada una de esas intensas palabras, colmadas de todo eso que son los veranos aquí en el sur.
Un abrazo.
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