Carolina ha llegado en el tren de las doce y
cuarto. Ha sido entrar en casa y, sin preámbulos, se han empujado hasta caer en
la cama y han hecho el amor sobre las sábanas estampadas de coquetas rosas
rojas. Dice Carolina que estas sábanas le gustan porque son muy poperas, y Jorge, creyendo que con este
gesto ya es suficiente para agasajarla, se acuerda y se las pone los fines de
semana que ella viene. Hacía doce días que no se veían. Se llaman todas las
noches antes de acostarse pero sólo se ven cada dos fines de semana por culpa
de la distancia que les separa, por culpa del trabajo de ella y por culpa,
sobre todo, del poco interés que Jorge tiene por hacer que las cosas
evolucionen. Hace ya más de un año que forman un pareja un tanto atípica. El
primer beso que se dieron fue hermoso y mentiroso al mismo tiempo. De él, a
ella le gustó su porte solvente y su arisca masculinidad. De ella, a él, sus
curvas y su cabello. Y sus ojos. Básicamente. Aquella noche, la primera del
primer fin de semana de todos los que llevan compartidos hasta la fecha, se
mezclaron en la cama de un hotel con vistas a la playa. La segunda noche, la
del sábado, ella ya la pasó en casa de Jorge. (...)
Extracto de mi novela, "Un viaje solo parta hombres"
7 comentarios:
Una un novela que esperamos. Un magnífico fragmento
Me has abierto el apetito...
Ójala tengamos la ocasión de leerla muy pronto.
Mucha mierda!
Jc
Opino lo mismo: muchas ganas de volver a leerte en papel.
Saludos.
Santi
Pinta fenomenal, de esas historias para devorar.
Saludos, Raúl.
Esa culpa huele a mmmmm.....COMODIDAD!
Excelente!
Pues esperamos tu novela.
Un saludo Raúl.
Publicar un comentario