Las
palabras que dicen los enamorados en momentos como estos, están cargadas de una
emoción que todo lo deforma y lo enturbia. Únicamente el silencio tiene la
capacidad, la crueldad precisa, de devolverles a la tierra.
Cris
y yo nos hemos quedado callados, cogidas nuestras manos y fijas las miradas en
las del otro, unos pocos segundos después de habernos jurado amor eterno.
No
hacía dos horas que nos conocíamos y ya cerrábamos el mundo entorno nuestro.
Habíamos hablado sin parar desde el primer momento, chisposos, animados por no
sé qué fuerza arrebatadora. Habíamos bailado tarareándonos al oído, de forma
dulce y melodiosa, los sones de una canción que ya sería nuestra para siempre.
Nos comimos, compartiéndolo a lametones, un helado de turrón, sabor que, entre
risas que sonaban a caricias, coincidimos en decir que era el que más nos
gustaba a ambos. Perdimos el aliento de tantos besos que nos dimos. Casi
mordiscos. Nos precipitamos haciendo planes de viajes exóticos a países
imaginarios o a islas vírgenes que no salían en ningún mapa. Nos brillaron los
ojos al descubrir que teníamos los mismos gustos para los estampados de la tela
del sofá, que decidimos compraríamos para el piso que en breve compartiríamos,
donde acordamos sin mayor trauma que criaríamos a tres hijos, cuyos nombres
también salieron de forma espontánea y sin controversia.
Y
ahora, con las manos enlazadas y en silencio, en mitad de una tarde que se
acaba, sometidos a una brisa un tanto molesta, algo fría y bastante húmeda, me
doy cuenta de que empieza a costarnos mantener las acarameladas miradas de hace
un rato. Y que al tiempo que han ido remitiendo los emocionados jadeos, hemos
recompuesto el ritmo cardíaco y la cordura ha comenzado a llenar el vaso de un
adiós que me resulta evidente, cuando Cris, un tanto turbada e incómoda, me ha
soltado las manos y ha llamado a un taxi.
Enero 2011
2 comentarios:
lo que dura el amor.
Besazos
De existir, el amor es algo más fugaz que un suspiro.
Genial.
JC
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