Hay algo hermoso en esta fotografía que hice el otro día en plena aorta de aquel pueblo de Cádiz. Y no son los claveles; reventones, primaverales, paradigmáticos. Ni tampoco los colores inflamados del ocre de los tiestos, del jugoso glauco de las hojas o del azul eléctrico del viejo batín. Ni siquiera se trata de la sonrisa, espontánea y benigna, de la señora Ana. Hablo del instante y su recuerdo, del mismo click, de la brisa calurosa, del bullicio del momento, de la estrechez de esa calle a la que llaman cuesta de Belén y que desemboca en una angosta plaza donde se alza una majestuosa iglesia. Me refiero, por tanto, a algo que no podéis ver porque es invisible, y que discute la máxima de que la imagen vale más que mil palabras.
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6 comentarios:
No sé que cuenta más, si la fotografía que muestras o tu disquisición sobre ella. O tal vez la invitación de ver, oler, apreciar la estrechez de una calle y su gente que pronto se dejará acariciar por los pies de quienes quieran orar en aquel templo. Para los que solemos correr de un lado a otro tu "Pasión" reconforta.
Abrazos.
Hola Raúl. Un placer volver a leerte en una entrada tan inspiradora. Me recuerda a un poema dedicado a Atenas, escrito por Jaime Gil de Biedma en el que, lo importante, no es lo que dice poema, sino lo que oculta, la vista que se contempla desde la calle de Atenas donde está escribiendo Jaime. Aquí, lo importante es lo que no se ve en la fotografía. Abrazos.
Sentir!
Dejar que los sentidos hablen.
Como eres el que "apretó el botón".....sabes ....por dónde andaba "TU SENTIR"....La provocación, el por qué y para qué.
Bellísima inmortalización de "ese momento".
Felicidades!!!!
Fantástico entrada. Has hecho podible lo imposible: hacer que vea más allá de lo que muestra la fotografía.
No sé si esto es un micro, pero es genial.
Abrazos
Sencillamente: me ha encantado.
Bellísimo texto
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