El nido que forma su cuerpo cuando duerme hecha un ovillo. El imán con el rostro de Marilyn de mi nevera. El suave deslizar del cajón de los cubiertos al abrirse y la reflexión esmeralda de los azulejos de la cocina.
Me gusta también el primer maullido de mi gata al saludarme, porque suena muy delicado, muy de amante sincera. Y el silencio de las nueve en punto de cualquier día de fiesta, tanto como las fanfarrias wagnerianas de las oberturas de John Williams. Me gusta el eficaz arranque del libro que ha escrito un amigo: «Llegué
a Siena de noche, a finales de un cálido septiembre,...», y la sonrisa ausente en los cuadros de Hopper. Me gusta la belleza de las pequeñas cosas, incluso si se
dan en domingo.
7 comentarios:
Si pudiésemos desarrollar nuestra sinceridad y escribir unas confesiones como las tuyas porque sí o porque fuera un deber hacerlo, llegaríamos a una cosa preciosa: entender mejor aún lo que escriben nuestros amigos.
Un abrazo.
Me ha encantado. Gracias por compartir algo tan bello.
María.
De lo más cadencioso. Me ha gustado mucho.
Saludos.
¡AMOR?
Excelente!
Me gusta esta atmósfera que describes.
Me gustan tus pensamientos en vuz alta.
Me gusta la sensación que me queda después de haber leído esta entrada.
Me gustan mucho tus domingos.
Me gustó la forma ágil y delicada en la que describes cosas muy profundas, el maullido de tu gata y la sonrisa ausente en los cuadros de Hopper, fueron mis imágenes favoritas.
Magnifico,lleno de imágenes y sonidos. Saludos
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