El sol me maltrata sin tiempo siquiera para persignarme. Aprieta tanto, que a uno no sólo le provoca sed, sino que incluso le obliga a soñar con groenlandias para compensar tantos calores.
Como a veinte metros de mi sudor, más o menos, una chica se levanta de su toalla. Vientre liso, pecho discreto y firme, no tendrá más de veintitantos. La chica se atusa el cabello y se humedece los labios con la lengua, en un gesto de calor no exento de erotismo. Luce gafas oscuras y un pequeño biquini también negro con motivos blancos. O viceversa.
Unos niños ríen en la orilla. Casi berrean de alegría cada vez que su madre les echa agua de un cubo de plástico. Qué fría y divertida que es el agua, mamá, parece que le dicen a su madre con esas risas que casi resultan carcajadas.
El ruido de un motor me hace mirar al cielo. Pasa un avión que apenas deja estela. Yo hubiera querido ver su estela. Me gustan las estelas de los aviones como metáfora nostálgica.
La chica sigue de pie, luciéndose, mientras continúa atusándose su larga melena, negra como el biquini blanco -o viceversa- que lleva puesto. La miro y, de soslayo, observo como la miran también los cuatro chicos que quedan a mi izquierda. Hasta que ella se ha levantado le daban masculinas patadas a una pelota. Ahora, sin embargo, la pelota está quietecita a lo pies de uno de ellos y todos ríen y mascullan barbaridades en voz alta.
Jode tanto el calor, que cuando pienso en ti lo hago imaginándome tu piel helada como el cristal de un botellín de cerveza fria, fría.
* Una nueva etiqueta. Relatos, nada elefantiásicos, para este verano.
Una playa en verano, a pleno sol y llena de gente, puede resultar más claustrofóbica que una habitación cerrada y a oscuras, sobre todo si a uno lo acosan los recuerdos. Ese tipo de playas, lo mejor es visitarlas en invierno, cuando están vacías y el sol no duele; o sino, acercarse a ellas en barco…
ResponderEliminarUn momento sin importancia es en tus letras una historia fantástica llena de matices, de colores, olores y sabores, y como duelen tus tristezas!!!
ResponderEliminarBesos desde el aire.
Hay que ver, Raúl: todos van a la playa y regresan con la piel quemada y el cerebro abotargado, y tú, amigo, retornas pletórico de inspiración y te sale un billetito fantástico.
ResponderEliminarY yo lo apuro al compás de una birrita fresca, ¡ea!, antes de irme a la cama.
Un abrazo.
Raúl leí tu relato y me dejó un sabor a mar, verano, deseo, y una creveza helada... en mi imaginación... aquí yo estoy con frío terrible, pero me alejaste un momento de esa cruda realidad que hay en mi ciudad: el frío.
ResponderEliminarQue buen verano!! y qué deseos guarda esa imaginación, besos
Ya te digo que a mí nadie me va a pillar en la playa durante el verano. Cierto es que me pierdo a muchachas como la tan bien descrita, pero lo doy por bueno. La sensación de agobio del ¿ microrrelato? encaja bien en la que yo tenía cuando iba a la playa en verano, hace muchos, muchos años.
ResponderEliminarLa verdad es que, para mí también, como afirma Antonio de Castro (y olé), una playa con grititos histéricos de niños, ruídos de chutes de balón, el motor de un avión y voces masculinas hormonalmente motivadas... no me parece un buen plan, aunque, por un momento, me ha parcido que en la playa estabáis tú y tu sílfide, a solas.
ResponderEliminarY, con esta calor... a sorbos pequeños, no sea que la cerveza fría te provoque un corte de digestión.
Me ha gustado ese retazo de tu vida. Un beso.
Tengo curiosidad por estos nuevos relatos veraniegos.
ResponderEliminarEste es plácido y caluroso...
Prost!!
Ya sabes que la playa no es lo mío, pero te leo con mucho gusto desde el bar...
ResponderEliminarMe sumo al comentario de Antonio
ResponderEliminarPero que es esto?? Cuentos con imágenes?? Creo que es la primera vez que te veo con este formato, Raúl.
ResponderEliminarDebe ser del verano, que nos relaja las costumbres, jajajajaja
Tu relato es un retazo de vida, un paréntesis, una imagen captada con una Polaroid.
Me encanta!!!
María
No es necesario que lo publiques pero si tienes un segundo pasa por el aire un trocito es tuyo por emocionarme siempre.
ResponderEliminarBesos desde el aire.
Me ha gustado el relato, primero, estéticamente, pues lo muestras con retazos, con pequeños destellos temporales que van y vienen y denotan a su vez estados anímicos. Y es ahí donde el texto atrae igualmente pues las emociones se entremezclan con arena, cristal helado y evanescencia en las alturas...
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
G.
Que bien está este relato. Visual, visual. Puedo ver la playa, la gente, sentir el calor..., todo. Y la imagen del botellin final es que hasta me moja la mano.
ResponderEliminarMe encanta.
Salud.
seguiremos esas crónicas estivales mientras atrapamos ese botellín de cerveza fría, fría...
ResponderEliminarMuy bien te ha quedado el relato estival. Pero no pidas ver las estelas que dejan los aviones, que dicen que son pero que muy malas.
ResponderEliminarBusca "chemtrails" en la biblia Google.
No esta mal imaginar así la piel de una mujer añorada, sobretodo en verano. Bonitas imagenes las que se desprenden de tu relato, Raúl. Un abrazo.
ResponderEliminarMejor estar en la playa con este calor que en la oficina y si encima una joven te alegra la vista... aunque yo prefiero a un joven claro. Saludos
ResponderEliminarMillones de veces podrá verse esa escena este verano pero tú desmenuzas la escena como no es posible sólo verla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay dos clases de personas (al menos): los que al oir "playa" piensan "refrescante mar" (suelen ser gentes de interior), y los que al oir "playa" piensan "calor, calor inhumano, calor más allá de todo lo soportable". Soy de éstos últimos, y con tu precisa ambientación has conseguido trasladarme esa sensación de julio-arena-domingo-docedelamañana, de modo que ni aunque le hubieras quitado a la chica el biquini con lentas palabras habría dejado yo de pensar sólo en el botellín de cerveza fría. Un abrazo tipo pilsen.
ResponderEliminarAsombrada, bueno, no mucho conociéndote, del relato veraniego y la fotografía. Esperaba que saliera volando la sandalia y le diera en el culo a la chica tumbada.
ResponderEliminarEl banner de Días contados impresionante también.
Estas crónicas estivales pintan bien, oye...
ResponderEliminarAins, el verano es lo que tiene, que sube las temperaturas.
ResponderEliminarHola Raul!
ResponderEliminarBellisimas imagenes hay en tu relato. Gracias por el paseo a esa playa colectiva que se parece a todas las playas en verano.
Un abrazo desde Costa Rica
y gracias nuevamente por la visita, un verdadero honor
Mary
Muy buen relato, por que tú no lo haces nunca de otra manera, y por que me motiva a imaginar un verano con todos sus placeres (espero) a mi disponibilidad.
ResponderEliminarEspero que también el tuyo sea pródigo en sensaciones tórridas.
Cariños-
Hay chicas capaces de silenciar a toda una playa...
ResponderEliminarY eso que tu tienes playa, porque por aquí ni eso!!
ResponderEliminarBesicos
A mí me apetece esa cerveza fresquita incluso cuando no pienso en blanco y negro. ¿O era en negro y blanco?
ResponderEliminarme gustan estos relatos refrescantes a la par que calurosos relatos veraniegos.
ResponderEliminarSí, señor, aunque el biquini me es inverosimil tanto así, como viceversa.
Un abrazo, querido
Peor para las que llevan bikini en blanco y negro... o serán los efectos de la cerveza??
ResponderEliminarSonrío.
Refrescante relato, Raúl.
Por París todavía, y aquí sí se sueña con la playa en blanco y negro :)
Besos.
Por estas regiones del mismo planeta, a la misma hora, para tener una cerveza helada bastaría con que la saques diez minutos al jardín.
ResponderEliminarNo es justo: ella luce bikini y yo camino por la calle robotizada con tanto abrigo. Me conforma pensar que a esa chica también le llegará la hora de archivar el bikini. Je.
Besos frescos embotellados.
Pues si solo desde la soledad creo yo se puede vivir asi la playa, has hecho un resumen muy bueno de las constantes de una playa en verano, niños en la orilla, un grupo de chicos jugando al futbol, y una chica bonita haciendose la indeferente pero sabiendose observada, y tu ese ser solitario que observa todo, que siente el calor abrumador y apesar de todos esos estimulos no dejas de estar tan dentro de ti como para no poder añorar.He vivido asi la playa en muchas ocasiones, ahora las playas que piso son otras..
ResponderEliminarMientras la piel sea lo frío no importa recordarla, pero si no es la piel y sí el corazón, la recordarías???...va a ser que no! :). Una imagen divina la que dejas con tu relato, me ha apetecido ir a la playa mañana.
ResponderEliminarUn besito, Raúl.
Vaya subidón de temperatura... como si no fuese suficiente con el calor del sol.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo me hubiera entretenido con los cuatro chicos. Es lo que tiene la playa, la variedad de imágenes que regala para que olvidemos el calor.
ResponderEliminarSalut
Interesante y caluroso día de playa, casi casi pido yo también una cervecita... ¡que calor!
ResponderEliminarBesitos.
este relato se me hace muy cercano porque en las tardes de playa también se me hace describir cosas así... el mundo es tan variopinto y tan sorprendente que siempre me gusta quedarme mirándolo.
ResponderEliminarbiquiños,
Me gusta esta nueva etiqueta, donde das pinceladas de cotidianidad, me gusta descubrir la vida en tus palabras
ResponderEliminarMe gusta esta novedad
Un beso
Raúl, leyendo tu relato me ha dado la impresión de pasar del blanco y negro al color ( aunque contados por ti me gustan ambos)
ResponderEliminarUn beso
Me ha gustado tu relato, y mira, fíjate, me he visto identificado en el relato. Esto me ha pasado a mí alguna vez.
ResponderEliminarUn abrazo, paisano.
Ya comenté esto en la red social... aquí solo te dejo esto:
ResponderEliminarCabrón con suerte.
Cuánto juego dan las pelotas en verano.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay... playita de mi nostalgia... dame tiempo, que allá voy...
ResponderEliminar¿Todo esto en el Voramar?Es posible.En el Voramar todo es posible,amigo.Lástima lo de la estela,sólo hacía falta imaginarla.Nada es real,todo se imagina,ay,y en el Voramar...
ResponderEliminarEl mar y la playa
ResponderEliminarsiempre son causa y motivo
de inspiración,
este post te ha quedado genial,
me sitúas en la misma orilla
contemplando lo que tu,
un abrazo
Yo casi casi que estuve ahi tambien, mirando a la mujer del bikini negro o visceversa, lo he visto todo, los colores y hasta las sensaciones!
ResponderEliminarHa sido un placer encontrarme con este blog y leerte, que disfrutes tus viajes a la playa.
Gracias por compartir, un abrazo.
Botellín helado sólo por fuera...o quizás no, el hielo quema. ¡Qué calor! ¡Feliz verano!
ResponderEliminarJusto lo que necesitaba leer hoy, buen día!
ResponderEliminarAcá en Buenos Aires hace frío y tomo un poco de tu calor... pero no esa playa llena de vida, de gente común...feliz Elijo la playa desierta, para recuerdos y pensamientos... una playa de mar bravo y gris.
ResponderEliminarMe puso triste tu relato estival o quizá patente mi tristeza.
Saludos :)